La importancia del perdón, especialmente en el tiempo de Adviento, que nos prepara para la Navidad, radica en el deseo de purificar el corazón para recibir a Nuestro Señor. El nacimiento de Jesús es un momento sagrado en que Dios se hace hombre para acercarse a nosotros en nuestra humanidad. Este misterio de amor tan grande merece un corazón dispuesto y limpio, libre de rencores y de heridas sin sanar.
Nuestro Señor Jesús nos enseñó que debemos perdonar “setenta veces siete”, es decir, sin límite (Mateo 18:22). Él nos pide imitar Su amor y misericordia porque, cuando nosotros perdonamos, experimentamos paz, liberación y una renovación de nuestro propio espíritu. En la cruz, incluso cuando estaba siendo crucificado, Jesús oró diciendo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Ese amor y perdón infinitos que Él mostró son el modelo perfecto para nosotros.