El acto consistía en otorgar indulto a algún presidiario que reunía varias características, entre ellas, haber cometido un delito considerado menor y demostrado buena conducta. 

Posterior a ello, el liberado debía realizar un sencillo acto simbólico de implorar tanto el perdón a Dios como a la sociedad. A continuación, el preso era desencadenado y obligado a continuar dentro del cortejo procesional.

Sobre la desaparecida prisión, se conoce que su construcción inició el 27 de febrero de 1877 en el terreno denominado “El Campamento”, comprendido de la 21 a la 22 calles entre 7ma. y novena avenidas, para ese entonces, en un sector considerado como alejado de la ciudad.

Se inauguró el 3 de octubre de 1892 bajo el gobierno de José María Reyna Barrios. La Penitencia Central guardó tantas historias, entre ellas, la de Roberto Isaac Barillas (1884-1968), apoyado “Tatadiós», quien asesinó al victimario de José Coronado Aguilar el 9 de abril de 1920 siendo perseguido por la población que presenció el crimen.

En su afán de proteger su vida, toca las puertas de la Penitenciaría; los guardias de la misma lo defienden y recapturan. Al respecto, Humberto Pérez Montenegro comenta la siguiente anécdota: “La historia de Tatadiós, la había oído cuando era joven, 1950, porque todavía cuando pasaba la procesión del Calvario por la penitenciaria, daban libertad a un reo, y muchas veces le tocaba a él, pero prefería quedarse en su casa, porque estaba más seguro.”

Nunca he encontrado mayores datos sobre el paso del Santo Entierro del Calvario frente a la antigua Penitencia Central.