En este camino de Dios, te topas con cada hermano y cada curita "que literalmente dan ganas de salir corriendo y tirar la toalla". Pero el Señor nos manda a ser tolerantes, orar mucho.

Ante personas así podemos reaccionar siendo con ellos de la misma manera que son ellos con nosotros: "para que se enteren", "para que vean lo que se siente". O bien podemos enfrentarlos, decirles sus verdades y ponerles un alto. O incluso evadir el problema ignorándolo y dejándolo a su suerte. Pero sabemos que estos recursos pocas veces funcionan.

Sin embargo, podemos también buscar el momento y las palabras más adecuadas para hacerle ver lo que está sucediendo. Podemos poner amor: "Donde no hay amor, pon amor y encontrarás amor" (San Juan de la Cruz). Y por fin, orar por ellos.

Acá algunos tips para llevar la fiesta en paz con el Curita Mala Cara de tu Parroquía:

1. Recordar que una ayuda es sólo eso, una ayuda o una colaboración; no se puede pretender hacer más que lo que hace el párroco. él se podría sentir desplazado o suplantado y se podría incluso llenar de recelo; podría hacer ver que es él el párroco. Es que por fortuna o por desgracia todos los sacerdotes no dejamos de ser seres humanos.

2. No entrar en conflicto con el responsable de la parroquia, que por lo que veo es difícil de mirar. Hay un dicho: el que manda, manda; aunque mande mal. Mientras sea él el párroco hay que aceptar sus directrices aunque nos parezcan equivocadas. Es él quien tiene la última palabra y quien tiene que responder por la parroquia ante Dios y la Iglesia. 

3. Fomentar la amistad y el diálogo con el párroco para que se sepan escuchar y comprender, porque a veces pasa que nos encerramos en nuestro punto de vista.

4. Hacer humilde y gustosamente lo poco o mucho que el párroco acepte y/o solicite; recordar que es un servicio a Dios y a la Iglesia y no a la persona del sacerdote.

5. Recordar que quien obedece nunca se equivoca. La persona si hace exactamente lo que se le manda no se debería equivocar; y si algo sale mal quien se equivoca es quien manda, no quien obedece (es obvio que una persona está obligada a obedecer siempre y cuando la orden no vaya en contra de su conciencia ni contra la voluntad de Dios).

6. Se podría también contemplar la posibilidad de que el servicio que la persona ofrece se pueda dividir en dos parroquias: una parte lo que le permita hacer el párroco y otra parte en otra parroquia.

7. También se podría ofrecer el servicio en otra parroquia distinta, comenzando por la más cercana. Si la persona no se siente cómoda con sus servicios ofrézcase a otra parroquia si tiene la posibilidad; que en cualquier otra parroquia será, tanto o más, valorado y siempre será bienvenido. No tiene sentido desempeñar un servicio o una función cuando no se es aceptada o valorada. Recuerde que es hermoso y muy gratificante trabajar para Cristo y servirlo en el hermano.