SEÑOR DIOS, al comenzar esta reunión queremos que estés presente en nuestra vida. Que las tareas que realicemos tengan un sentido solidario y no sean sólo para beneficio nuestro, sino para que podamos servir a los demás con un espíritu nuevo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

De este miedo no se nos oculta nada. Pero allí, en el culmen de la angustia, Jesús se refugia en el Padre con la oración. Aquella tarde, la lucha se convierte en un cuerpo a cuerpo extenuante, tan áspero que en el rostro de Jesús el sudor se transforma en sangre.

Y Jesús ora por última vez, ante del Padre.